Imagina una fiesta suntuosa, con decenas de invitados bien vestidos interactuando en la sala de una casa, el anfitrión corriendo de un lado a otro cargando brillantes bandejas conteniendo suculentos platos: bocadillos, el plato fuerte, merengues, baklava, refrescos, etc. El cielo nocturno se llenan con las risas y charlas de las personas, quienes discuten del clima, política, negocios, farándula y mucho, mucho chisme; cuando de repente uno de los invitados comete un acto impensable, deteniendo todas las conversaciones con un inaudible pero claro chirrido de frenazo al mencionar a Al-lah. Ese, mis amigos, es el peor aguafiestas de este mundo.
Apretemos el botón de play nuevamente. Durante los cortos momentos que duró la charla inspiradora dada por el hermano, algunos simplemente se pusieron de pie y se marcharon, otros aparentaban prestar atención mientras jugaban con sus carteras o cuchicheaban en los oídos de sus amigos, mientras otros no podían esperar para hacer su aporte. Después que el hermano concluye, se escuchan algunos “gracias”, pero muchos más “qué aguafiestas que es”; algunos “¿puedes decirnos más?”, pero muchos más “oye, ¿viste esa película?”; y algunos “tienes razón, apenas si nos acordamos de Al-lah”, pero muchísimos más “entonces, ¿en qué estábamos?”
Es verdad. En esta época en la que vivimos, cuando tenemos todo lo necesario para hacer nuestras vidas más lujosas y llenas de facilidades que las que nuestros predecesores pudieron siquiera soñar tener, raras veces queremos pensar acerca de Aquél que nos Dio todas estas cosas. No queremos recordarlo, agradecerle, alabarlo o rezarle. Es como si creyésemos que estamos viviendo esta vida de la manera que se supone debemos hacerlo, dando gigantescos pasos en el desarrollo y avance material de la raza humana, sin deberle nada a ningún Ser Supremo. La paradoja de esto reside en el hecho de que el mismo cerebro que procesa estos pensamientos erróneos ni siquiera es nuestro, para empezar; no tuvimos ninguna injerencia en su creación, formación como parte de nuestro cuerpo o funcionamiento correcto. Para ser sinceros, ni siquiera somos los dueños de nuestros propios cuerpos, sino que somos siervos de nuestro Amo, Quien nos Dice en el Corán (lo que se interpreta en español): {¡Oh, hombres! Vosotros sois los que necesitáis de Al-lah, y Al-lah es Opulento, Loable [y Prescinde de todas las criaturas].} [Corán 35:15]
¿Qué es más lógico, entonces, que recordarlo siempre, en todo momento de nuestras vidas? Más aún, la misericordia de nuestro Creador ha precedido a Su ira, y Él nos Informa de ello Diciendo (lo que se interpreta en español): {Recordadme pues, que Yo os recordaré; agradecedme [Mis mercedes] y no seáis ingratos.} [Corán 2:152] Es decir, que aún siendo que debemos recordarlo de todas maneras, si lo hacemos, Él nos Recordará en una reunión muchísimo mejor y más honorable que cualquier cena de gala o ágape a la que asistamos.
En esta vida disfuncional que llevamos, no nos interesa que Aquél que Está por encima del Trono Inmenso nos mencione y exalte, siendo unos meros siervos; pero sí nos desvivimos si nos mencionan en un noticiero o si una celebridad nos da la mano. Lo que es peor aún, en la práctica, ni siquiera somos ingratos fieles a nuestra ingratitud, pues cuando nos azota alguna desgracia o calamidad o percibimos que nuestra vida se está marchitando, nos volvemos a Él con esperanza, esperando que nos Escuche. Dice Al-lah en el Corán (lo que se interpreta en español): {Cuando al hombre le acontece un mal Nos implora recostado, sentado o de pie. Pero en cuanto lo libramos de él, se comporta olvidándose que Nos había invocado. Así Hemos dejado que los transgresores vean sus malas obras como buenas.} [Corán 10:12] ¿Podríamos ser más egoístas aún?
Al-lah también nos Exhorta Diciendo (lo que se interpreta en español): {¡Oh, creyentes! Recordad constantemente a Al-lah y glorificadle mañana y tarde. Él es Quien os Bendice, y Sus ángeles [ruegan el perdón por vosotros] para extraeros de las tinieblas a la luz, y Él es Misericordioso con los creyentes.} [Corán 33:41-43]
Las plantas y las bestias que recorren las vastas extensiones de la tierra, las cuales consideramos que existen y viven sin ningún propósito real, pasan cada momento adorando a Al-lah, pero no podemos discernirlo. ¿Cómo podemos, entonces, afirmar ser lo mejor de la creación, cuando ni siquiera podemos alegar hacer una fracción de su adoración?