Introducción
Cada religión y cultura, además de otras cosas, tiene un conjunto propio de costumbres, tradiciones y modales. De hecho, uno de los factores más distintivos de una nación, una tribu o comunidad es su conjunto de tradiciones, costumbres y modales. Las naciones conformadas por los seguidores de los profetas y mensajeros de Al-lah no son una excepción en este caso.
Cuando formaban comunidades, los profetas de Al-lah, conducían a sus seguidores a adoptar un conjunto particular de modales que los pudiesen distinguir como seguidores de los profetas de Al-lah.
Sin embargo, como el fin básico de la prédica de los profetas es purificar el cuerpo, la mente y el alma humana de todo posible mal, los modales y costumbres de este grupo de seguidores han sido establecidos y promovidos con el mismo fin y perspectiva.
En este artículo nos enfocaremos en:
Los modales islámicos relacionados con reuniones y eventos
Ibn Omar, que Al-lah esté complacido con él, relató: “El Mensajero de Al-lah dijo: ‘No le pidan a alguien que abandone su asiento para tomarlo, sino que hagan espacio para todos con comodidad’”. La costumbre de Ibn Omar, que Al-lah esté complacido de él, era que si alguien se ponía de pie para cederle su asiento él no lo aceptaba (Bujari y Muslim).
Se nos dice, entonces, que el lugar de la reunión debe ser suficiente para todos los participantes. Nadie debe sentirse incomodado por la falta de espacio. La educación islámica prohíbe que un recién llegado trate de desalojar a una persona por la fuerza, sin importar de qué rango se considere.
Sin embargo no hay nada de malo en que alguien le ceda su asiento a quien considere que es superior en rango a él. Ibn Omar, que Al-lah esté complacido de él, nunca aceptaba que le cedieran el asiento por temor a Al-lah y sus elevados valores.
Hay algunas excepciones a esta regla; por ejemplo, si alguien se sienta en el lugar de su maestro se le puede pedir que desocupe ese asiento. Así también, si alguien tiene un lugar fijo en el mercado para vender no sería justo que otra persona lo ocupara a la fuerza. Abu Hurairah, que Al-lah esté complacido de él, citó que el Mensajero de Al-lah, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, dijo: “Si alguien deja su asiento por algún motivo, tiene más derecho de ocuparlo si vuelve a él” (Muslim).
Yabir Bin Samura, que Al-lah esté complacido con él, dijo: “Cuando asistíamos a las reuniones con el Mensajero de Al-lah nos sentábamos en la parte de atrás (de la reunión)” (Abu Dawud).
Este relato nos muestra algo de los modales islámicos en sociedad: si alguien viene a una reunión o evento al que fue invitado, no debe irse con rudeza por encima de la gente sentada para tomar algún lugar vacante al frente, tampoco debe intentar tomar un asiento ya ocupado, sino que debe ocupar algún asiento vacío aunque sea atrás o al final del salón.
Salmán el persa, que Al-lah esté complacido con él, relató que el Mensajero de Al-lah, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, dijo: “Un hombre que se baña el viernes, purificándose lo más que puede, vertiéndose óleo perfumado en la cabeza o echándose perfume de su casa, y luego sale y no se sienta entre dos (que estaban sentados juntos), reza lo que se le prescribió y se queda callado mientras el Imam pronuncia la jutba, tendrá todos sus pecados perdonados entre ese viernes y el anterior” (Bujari).
Este hadiz destaca los siguientes puntos importantes:
1. Se nos recomienda tomar un baño cada viernes. Algunos eruditos, con cierta razón, opinan que es obligatorio.
2. Se nos recomienda tomar el baño por la mañana o antes de ir a la mezquita para el rezo del yumua.
3. El uso de perfume para este evento es recomendable.
4. Hay una referencia a los buenos modales: en vez de pasarse sobre la cabeza de los asistentes, uno debe ocupar un lugar vacío atrás. Tratar de forzar un espacio entre dos personas sentadas es grosero.
5. Después de entrar a la mezquita se debe rezar las dos rak’at del rezo tahíat ul masyid, aunque el Imam esté pronunciando la jutba.
6. Se debe intentar hacer un rezo voluntario antes de que inicie la jutba si el tiempo lo permite.
7. Se debe guardar silencio absoluto durante la jutba, al punto que no está permitido ni siquiera pedirle al bullicioso que calle si no se quiere perder la recompensa del sermón.
8. Si una persona reza el yumua observando las condiciones y requisitos mencionados se le perdonarán los pecados menores de esa semana. Con respecto a los pecados capitales, pues no le serán perdonados a menos que se arrepienta sinceramente de ellos y los expíe. Lo mismo se aplica a las faltas que una persona haya cometido contra otras personas; no se le perdonaran hasta que lo perdonen los agraviados.
Algunos preguntan: ¿Y qué debo hacer si tengo que sentarme entre dos personas?
Amro Bin Shu'aib, que Al-lah esté complacido con él, bajo la autoridad de su padre y su abuelo, relató: “El Mensajero de Al-lah, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, dijo: ‘No es permitido que una persona se siente entre otras dos sin permiso’” (Tirmidhi).
Este hadiz nos indica que es prohibido sentarse bruscamente entre dos personas excepto que ambos lo autoricen.
Hudhaifa Ibn Al Yaman, que Al-lah esté complacido con él, relató: “Quien se siente en el centro de un grupo de gente reunida ha sido maldecido por el Mensajero de Al-lah. El Mensajero de Al-lah maldice a quien se sienta en medio de un grupo de gente reunida” (Abu Dawud).
Aquí se nos dice que nadie puede forzar su paso en una reunión de gente sentada para sentarse en medio de ellos, pues esto es una falta de consideración. Un musulmán no debe invadir los asuntos personales de los demás.
Abu Sa’id Al Judri, que Al-lah esté complacido con él, relató: “Oí al Mensajero de Al-lah, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, decir: ‘Las mejores reuniones son aquellas en las que los asistentes abren espacio para los recién llegados’” (Abu Dawud).
Este hadiz nos insta a abrir espacio durante una reunión dejando que todos puedan sentarse con comodidad.
La plegaria al terminar una reunión
Abu Hurairah, que Al-lah esté complacido con él, relató que el Mensajero de Al-lah, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, dijo: “Quien participa de una reunión donde pronuncia palabras vanas, pero al terminar suplica a Al-lah así: ‘Subhának Al-lahumma wa bihamdika ash-hadu al-lá iláha il-lá Ant, astagfiruk wa atúbu ilaik’ (eres Sublime, oh, Al-lah, y Alabado. Doy testimonio de que no hay más Dios que Tú; Te pido perdón y me vuelvo a Ti arrepentido), será perdonado de las faltas voluntarias o involuntarias que hubiese cometido en tal reunión” (Tirmidhi).
Las conversaciones vanas de asuntos no relacionados con la otra vida no son beneficiosas y son censurables. Como es un pecado menor, este puede ser perdonado si uno se arrepiente sinceramente, y no puede clasificarse como pecado mayor o violación de los derechos humanos que son imperdonables (sin expiación y el perdón de parte de los agraviados). Los juristas están de acuerdo en que los pecados que se pueden perdonar recitando esta plegaria con sinceridad son los menores que se limitan a violar el derecho de Al-lah, como lo evidencian otros hadices.
Abu Barza, que Al-lah esté complacido con él, relató: “Cerca del fin de sus días, el Mensajero de Al-lah, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, pronuncio está súplica al abandonar una reunión: ‘Subhának Al-lahumma wa bihamdika ash-hadu al-lá iláha il-lá Ant, astagfiruk wa atúbu ilaik’ (eres Sublime, oh, Al-lah, y Alabado. Doy testimonio de que no hay más Dios que Tú; Te pido perdón y me vuelvo a Ti arrepentido). Un hombre le dijo: ‘Mensajero de Al-lah, has pronunciado unas palabras que nunca habías dicho antes’, y Él le dijo: ‘Es una expiación de lo que se dice durante una reunión’” (Abu Dawud).
El Mensajero de Al-lah, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, pronunciaba esta plegaria al final de cada reunión para enseñarles a los musulmanes cómo ganar más recompensa y procurar el perdón de Al-lah para las faltas que hubiesen cometido durante una conversación en general. El hadiz no indica que el Profeta, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, hubiese incurrido en conversaciones vanas con sus discípulos.
Ibn Omar, que Al-lah esté complacido con él, relató: “El Mensajero de Al-lah, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, nunca abandonaba una reunión sin pronunciar antes esta plegaria: ‘Al-lahummaqsim lana min jashiatik maiahulu bihi bainana wa baina ma'asik; wamin ta'atik matubal-lighuna bihi yannatak, waminal iaqini matuhawwinu lana masaibad-dunia, Al-lahumma matti'na biasma'ina wa absarina wa quatina ma ahiaitana, way'alul wariza minna way'al za'rana 'ala man dhalamana wansurna 'ala man 'adána, Wa la tay'al musibatana fi dinina, wa la tay'alid dunia akbara hammina, wa la mablagh 'ilmina wa la tusal-lit 'alaina man la iarhamuna’ (Al-lah, danos temor de Ti tanto como para impedirnos desobedecerte, y obediencia tal que nos haga entrar en Tu Paraíso, y certeza que nos facilite soportar las desgracias en esta vida. Al-lah, permítenos disfrutar de nuestros oídos, nuestra vista y nuestras fuerzas mientras vivamos; haz que nuestra venganza recaiga solo contra los que nos oprimen y danos victoria contra nuestros enemigos, y no dejes que nuestra desgracia sea en nuestra religión, no dejes que los asuntos mundanos sean nuestra principal preocupación ni el límite de nuestro conocimiento, y no dejes que los que nos gobiernan nos traten sin misericordia) (Tirmidhi).
Este hadiz nos revela una plegaria por la cual podremos alcanzar lo que es bueno en este mundo y en el otro por venir.
Conclusión
Abu Hurairah, que Al-lah esté complacido con él, relató que el Mensajero de Al-lah, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, dijo: “Aquellas personas que abandonan una reunión en la que no han mencionado el nombre de Al-lah, la terminarán como si tuviesen el olor podrido de un cadáver de burro y será motivo de aflicción para ellos en la otra vida” (Abu Dawud).
El Mensajero de Al-lah, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, nos advirtió contra evitar la mención de Al-lah, porque la mayoría de las enfermedades del corazón sobrevienen por esta indiferencia y porque la mayoría de los pecados se cometen por la misma causa.
Abu Hurairah, que Al-lah esté complacido con él, relató que el Profeta, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, dijo: “Cuando un grupo de personas están en una reunión donde no se menciona a Al-lah, el Altísimo, ni suplican que su Profeta sea bendecido, tal reunión les causará aflicción. Si Al-lah desea los castigará, y si desea los perdonará” (Tirmidhi).
Cualquier reunión donde no se invoque gloria para Al-lah ni se invoque bendiciones para Su Profeta, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, será causa de aflicción y castigo para los asistentes en la otra vida.
Abu Hurairah, que Al-lah esté complacido con él, relató que el Mensajero de Al-lah, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, dijo: “Quien se sienta en una reunión donde no menciona a Al-lah, traerá aflicción sobre sí (en el Día del Juicio); y quien se recuesta en un lugar donde no ha invocado a Al-lah, se causará aflicción a sí mismo en el Día de la Resurrección” (Abu Dawud).
Para resumir lo dicho en estos hadices, el ser humano debe invocar a Al-lah en toda ocasión. Esto reforzará su lazo con Al-lah, manteniendo la indiferencia fuera de su corazón y su mente. La indiferencia hace que el ser humano transgreda las leyes de Al-lah, mientras que el recuerdo de Al-lah le impide cometer calumnia o injuria contra el prójimo ausente o maltratar y humillar a alguien en una reunión.
Lamentablemente, estos pecados son frecuentes en nuestras reuniones y esto genera resentimientos, disputas y hostilidad que destrozan la cohesión social y la solidaridad del Islam. Todo musulmán debe tener cuidado con tales reuniones y evitarlas; pero si uno llega a asistir a una de esas reuniones, debe cumplir su deber de evitar que la gente cometa pecados, cuando vea que lo hacen.
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