El califato de Al Hasan (parte 1 de 2)

12/07/2020| IslamWeb

Al Hasan Ibn ‘Ali Ibn Abi Tálib, que Al-lah esté complacido con él, fue el último de los llamados “califas bien guiados”. Nació a mediados de Sha’bán del año 3 H. Se parecía al Profeta, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, y él le puso el nombre de Al Hasan, mismo que nadie tuvo en la era de la ignorancia.
‘Abdul-lah Ibn Az-Zubair, que Al-lah esté complacido con él, fue citado diciendo: “Al Hasan se parecía mucho al Profeta y él lo amaba mucho”. El Imam Al Bujari cita a Abu Bakr, que Al-lah esté complacido con él, diciendo: “El Profeta, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, estaba un día sentado en su púlpito y Al Hasan estaba a su lado. A veces miraba a la audiencia y a veces miraba a Al Hasan y dijo : ‘Este hijo mío es un señor entre la gente y reconciliará entre dos bandos de los musulmanes’”.
El Profeta, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, una vez iba hacia algún lado llevando a Al-Hasan sobre sus hombros. Un hombre se cruzó con el Profeta, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, y dijo dirigiéndose a Al Hasan : “Qué buena montura tienes”. Entonces el Profeta, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, replicó : “También el jinete es bueno”.
Sus virtudes
Al Hasan era muy gentil y generoso e inspiraba mucho respeto. Destestaba mucho el caos político y el derramamiento de sangre. Realizó el peregrinaje 25 veces a pie a pesar de contar con su camello. ‘Umair Ibn Is-haq dijo: “Al Hasan es la única persona a la que amo escuchar. Nunca lo oí ser grosero al hablar”.
‘Ali Ibn Zaid relata: “Al Hasan donó en caridad por la causa de Al-lah todos sus bienes y palacios dos veces, y donó la mitad de ellos tres veces”. Alguien mencionó ante Al Hasan que Abu Dharr, que Al-lah esté complacido con él, solía decir : “Me es más querida la pobreza que la riqueza y la enfermedad más que la salud”. Entonces él remarcó: “Que Al-lah lo tenga en Su misericordia. Yo, en cambio, me dejo totalmente en manos de Al-lah y no deseo nada; Él hará lo que Le plazca. No me animo a interferir con Su decreto divino”.
Eventos memorables durante el califato de Al Hasan
Cuando ‘Ali, que Al-lah esté complacido con él, fue preguntado en su lecho de muerte si se debía dar Bai’a (juramento de obediencia) a Al Hasan, dijo con breves palabras : “En este momento estoy ocupado con mis asuntos personales; así que ustedes den el juramento a quien les plazca”. Los sahabah asumieron que esta era una indicación en favor del califato de Al Hasan y así lo eligieron. Qais Ibn Sa'd Ibn 'Ubadah, que Al-lah esté complacido con él, fue el primero en pronunciar la Bai'ah y fue seguido por otros. Al tiempo de recibir los juramentos de obediencia, Al Hasan pedía a la gente: “Hagan como yo mando, luchen contra quien yo combata y hagan las paces con los que yo haga la paz”.
Cuando Mu’awia, que Al-lah esté complacido con él, supo de la muerte de ‘Ali, que Al-lah esté complacido con él, asumió el título de Amir-ul-Mu'minín (Príncipe de los creyentes). A pesar de haber recibido antes el juramento de obediencia de sus seguidores en Siria después del arbitraje en su favor, lo hizo renovar en ese momento. Cuando Qais Ibn Sa'd, que Al-lah esté complacido con él, estaba pronunciando el juramento de obediencia en favor de Al Hasan, dijo: “Juro obedecerte en el seguimiento del Corán y la Sunnah y también para combatir por la causa de Al-lah”. Entonces Al Hasan dijo: “El yihad y el combate por la causa de Al-lah forman parte del Corán y la Sunnah; no es necesario que los menciones separadamente”. Las palabras de Al Hasan generaron especulaciones entre la gente de Al Kufa, quienes entendieron que Al Hasan estaba decidido a no combatir a Mu’awia, que Al-lah esté complacido con ambos.
Mu’awia, por su parte, se dirigió con un ejército de sesenta mil soldados hacia Al Kufa y mandó un mensaje a Al Hasan: “La paz es mejor que la guerra y lo mejor para ti es que me jures obediencia”. Cuando comprendió que Mu’awia se dirigía a Al Kufa, abandonó la ciudad a la cabeza de cuarenta mil guerreros y mandó a Qais Ibn Sa’d a la vanguardia con doce mil guerreros.
Cuando la vanguardia llegó a Mada'in, alguien hizo correr el rumor de que Qais Ibn Sa'd fue muerto en combate. Al Hasan se detuvo allí por un día para dar descanso a sus monturas; reunió a su gente y les habló iniciando con la alabanza a Al-lah Todopoderoso: “¡Oh gente! Me han jurado obediencia de que me seguirían en la guerra y la paz. Yo digo, jurando por Al-lah el Altísimo, que no guardo enemistad contra nadie, del este al oeste no hay nadie a quien odie o deteste, yo soy de los que prefieren unidad, consenso, amor y seguridad antes que división, discordia y enemistad”.
Un veredicto de apostasía contra Al Hasan
Después de oir su discurso, los jawariy (una secta herética) y los hipócritas difundieron el rumor de que Al Hasan no quería combatir a Mu’awia, que Al-lah esté complacido con ambos, y pronunciaron un veredicto de apostasía por blasfemia contra Al Hasan.
El veredicto se difundió por el campamento militar. La opinión de la tropa sobre si era un creyente o era un incrédulo estaba dividida. Pronto, la facción que lo acusaba de apostasía pasó a la ofensiva y empezó a agredir a sus oponentes con toda clase de abusos.
Una vez, muchos de estos herejes entraron al campamento y rodearon a Al Hasan por todos lados llamándolo incrédulo. Tiraron de sus vestimentas con tanta violencia que las rasgaron en pedazos. También le quitaron el manto de sus hombros y saquearon el campamento. Inmediatamente Al Hasan fue a caballo a los clanes de Rabi’a y Hamadán y les pidió ayuda, pues ellos lo apoyaban. Sin demora, acudieron en su auxilio y expulsaron a los herejes del campamento.
Al Hasan partió después a Mada’in. Al Yarráh Bin Qabisa, uno de los jawariy, acertó con la lanza en su muslo. Lo llevaron al palacio blanco de Mada’in donde fue atendido para que se recuperara. Qais bin Sa’d, enviado a la cabeza de una vanguardia de doce mil soldados, estaba rodeado por las tropas de Mu’awia, que Al-lah esté complacido con él, en Al Anbar. Mu’awia envió a ‘Abdul-lah Bin ‘Amir como emisario a Al Hasan, a su vez, a la cabeza de su vanguardia. Después de los disturbios en su campamento, Al Hasan, que Al-lah esté complacido con él, había mandado a ‘Abdul-lah Ibn Al-Hariz Ibn Nawfal como emisario a Mu’awia para iniciar las negociaciones.
Cuando Al Hasan supo que ‘Abdul-lah Bin ‘Amir había llegado cerca de Mada’in con su destacamento, salió a su encuentro con su ejército. Tras avistar al ejército que salía de Mada’in, ‘Abdul-lah Bin ‘Amir se acercó y gritó a los guerreros iraquíes diciendo: “No he venido a luchar. Estoy dirigiendo la vanguardia de Mu’awia que está en Al Anbar con un gran ejército. Comuniquen mi saludo a Al Hasan y díganle que ‘Abdul-lah le ruega por Al-lah que detenga los combates y salve a la gente de la muerte y la destrucción”.
Cuando supo esto Al Hasan, retornó a Mada’in y notificó a ‘Abdul-lah Ibn ‘Amir que estaba dispuesto a negociaciones de paz y entregar el califato a Mu’awia con la condición de que gobernara de acuerdo al Corán y la Sunna, evitara agredir a sus oponentes dejando su disputa en el pasado y garantizara la vida y la propiedad a los seguidores de Al Hasan.
‘Abdul-lah Ibn ‘Amir se apresuró en comunicar a Mu’awia que Al Hasan estaba listo para entregarle el califato con ciertas condiciones. Cuando se le preguntó por las condiciones, dijo a Mu’awia : ‘La primera condición es que se lo restituya en el califato a tu muerte. La segunda es que le asignes una pensión anual de quinientos mil (dirhams) del tesoro mientras vivas. La tercera es que él recibirá tributos de Ahwaz y los territorios persas”.
Estas tres duras condiciones fueron un invento de ‘Abdul-lah Ibn ‘Amir. Después citó las verdaderas tres condiciones que Al Hasan había establecido. Mu’awia aceptó de buen grado todo eso y mucho más. Se cita que dijo : “La intención de Al Hasan parece buena y él ha traído la paz entre dos facciones de los musulmanes”. Diciendo esto, Mu’awia firmó en un papel en blanco y le dijo a ‘Abdul-lah ibn ‘Amir que se lo llevara a Al Hasan para que él escribiera todas las condiciones que Mu’awia debía cumplir.
Cuando Al Husain y ‘Abdul-lah Ibn Ya’far, que Al-lah este complacido con ambos, supieron de esto, se acercaron a Al Hasan y trataron de convencerlo de dar marcha atrás con sus intenciones, pero Al Hasan, que Al-lah esté complacido con él, rechazó su consejo. Él había sido testigo del comportamiento de la gente de Iraq y Al Kufa durante la época de ‘Ali y estaba consciente de las habilidades de Mu’awia, que Al-lah esté complacido con él, como administrador y estadista en sus territorios, así que se mantuvo firme en su decisión de aceptar la propuesta de paz.

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Parte 2 de 2

 

 

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