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Él califato de Omar (parte 1 de 3)

El califato de Omar (parte 1 de 3)

Antes de su muerte el año 13 H., Abu Baker, que Al-lah esté complacido con él, nombró a Omar, que Al-lah esté complacido con él, como su sucesor. Los musulmanes en multitud hicieron su juramento de fidelidad a Omar, que Al-lah esté complacido con él, en Medina el martes 23 de Yumada II del año 13 H.
Después de haber recibido el juramento de fidelidad de la población Omar, incentivó la gente para participar de la lucha armada en defensa de los musulmanes. Su deseo era seguir con la serie de victorias militares que tuvo Abu Baker, que Al-lah esté complacido con él, frente a las dos superpotencias de su época: el imperio de los romanos bizantinos y el impero de los persas. Omar, que Al-lah esté complacido con él, era un genio político y militar, como se verá en este artículo.
Eventos importantes durante el califato de Omar, que Al-lah esté complacido con él
La conquista de Damasco (13 H)
Después de una gran derrota a manos de los musulmanes en la batalla de Yarmuk (mencionada en detalle en el artículo del califato de Abu Baker, que Al-lah esté complacido con él), los soldados romanos se retiraron hasta llegar a Fihl. Consternado y decepcionado, Heraclio emitió nuevas órdenes al ejército romano para reagruparse en Damasco que estaba bien fortificada y se enviaron allí refuerzos desde Palestina y Hims. Nastás Bin Nastura fue nombrado comandante en jefe de las tropas romanas y Mahán, el gobernador de Damasco estaba ya allí.
El ejército musulmán bajo el mando de Abu ‘Ubaida Ibn Al Yarráh, que Al-lah esté complacido con él, puso sitio a la ciudad. A pesar del gran número de tropas acantonadas en la ciudad, los romanos no pudieron reunir coraje para enfrentar a los musulmanes a campo abierto. Se refugiaron tras los muros de Damasco y recurrieron a una estrategia defensiva.
En ocasiones los romanos lanzaban piedras desde las catapultas y flechas a los musulmanes pero estos soportaban bien los ataques y contratacaban rápidamente. El sitio se mantuvo por cerca de seis meses. Los refuerzos enviados por Heraclio fueron oportunamente interceptados por los musulmanes.
Finalmente la gente de Damasco perdió toda esperanza en la ayuda de Heraclio y sus ansias de combatir se esfumaron. Cuando se le informó a Abu ‘Ubaida, que Al-lah esté complacido con él, de su desesperación, él ordenó a todos los comandantes lanzar un ataque a gran escala la mañana siguiente.
Cuando los romanos asediados se enteraron del siguiente paso del ejército musulmán, una delegación se presentó ante Jalid Bin Al Walid en la puerta de Tuma y buscó la paz, que el comandante musulmán concedió inmediatamente y entró en la ciudad sin luchar.
A la vez que Jalid Bin Al Walid, que Al-lah esté complacido con él, entraba a la ciudad pacíficamente, otros comandantes musulmanes habían rebasado los muros con escaleras o forzando las demás puertas. Jalid Bin Al Walid, que Al-lah esté complacido con él, y Abu ‘Ubaida, que Al-lah esté complacido con él, se encontraron así en el centro de la ciudad.
Cuando ambos comandantes se encontraron allí surgió la duda sobre si la ciudad fue tomada por vía pacífica o por la fuerza. Algunos alegaron que, siendo Jalid Ibn Al Walid un comandante subalterno, no tenía derecho de aceptar la rendición estando en la zona el comandante en jefe para tomar la decisión final.
Sin embargo, Abu ‘Ubaida, que Al-lah esté complacido con él, rechazó esta opinión diciendo que, si un simple soldado musulmán hubiese dado una garantía de paz, esta se aplicaría a todos. Ordenó que toda la ciudad fuera respetada como si se hubiese rendido pacíficamente, de acuerdo con el documento que firmó Jalid, que Al-lah esté complacido con él, y cada punto del este fue celosamente respetado.
Los ciudadanos de Damasco disfrutaron de una paz plena. Yazíd Bin Abu Sufián, que Al-lah esté complacido con él, fue nombrado gobernador de Damasco y no solo gobernó pacíficamente la ciudad, sino que dejó que las tropas romanas se retirasen si deseaban.
La conquista de Sidón, Irqa y Beirut (en el actual Líbano)
Inmediatamente después de tomar control de Damasco, Yazíd Bin Abu Sufián envió a su hermano Mu’awia Bin Abu Sufián, que Al-lah esté complacido con ambos, a Irqa a la cabeza de un batallón que conquistó la ciudad sin que encontrase resistencia alguna. Luego Yazíd atacó Sidón, Hábil y Beirut, que se tomaron con suma facilidad. De este modo los musulmanes pasaron a dominar Damasco y el territorio completo de la actual Jordania.
Campañas en Iraq
A la primera semana tras asumir el califato, Omar, que Al-lah esté complacido con él, envió a Muzanna Bin Háriza, Sa’id Bin ‘Ubaid, Sulait Bin Qais y Abu ‘Ubaid Ibn Mas’ud, que Al-lah esté complacido de ellos, a Iraq. A pesar de haber partido todos juntos de Medina, Abu ‘Ubaid Ibn Mas’ud, que Al-lah esté complacido con él, el comandante en jefe de las fuerzas en Iraq, se detuvo varias veces en el camino para reclutar más tropas entre los árabes y acabó llegando a Iraq un mes después que Muzanna.
Al llegar a Hira, Muzanna Bin Háriza, que Al-lah esté complacido con él, vio con preocupación que los persas habían reunido a todos los comandantes de su ejército en Iraq para enfrentar a los musulmanes, y Rustam, un destacado comandante persa y gobernador de Jurasán, había tomado posiciones alrededor de Madaen, la capital persa, después de ejecutar maniobras militares masivas.
Cuando llegó Muzanna, Rustam mandó un numeroso ejército a combatirlo. Luego mandó otro numeroso ejército a Kaskar liderado por Narsi, un valiente y experimentado general de la familia real. Luego mandó un tercer ejército poderoso al río Éufrates a la cabeza de Yabán. Este último ejército acampó cerca de Namariq, mientras que Muzanna Bin Háriza, que Al-lah esté complacido con él, salió de Hira y acampó en Jaffán.
Mientras tanto, Abu ‘Ubaid Bin Mas’ud, que Al-lah esté complacido con él, había llegado y se puso a la cabeza de todo el ejército musulmán. Dejó a Muzanna en Jaffán a cargo de la caballería musulmana y luego lanzó un ataque masivo contra Yabán en Namariq y dispersó sus tropas, provocando la retirada total de los persas del campo de batalla.
Abu ‘Ubaid Bin Mas’ud, que Al-lah esté complacido con él, luchó violentas batallas contra los persas y les provocó grandes bajas. Sin embargo los persas empezaron a usar en combate elefantes de guerra con arqueros en sus lomos y los ponían a la delantera. Los caballos de los musulmanes nunca habían visto elefantes y huían despavoridos al ver tan grandes animales.
Ante esta situación en el combate, Abu ‘Ubaid Bin Mas’ud, que Al-lah esté complacido con él, les pidió a sus soldados que lucharan a pie. Cuando los elefantes empezaron a aplastar a los soldados musulmanes con sus patas, Abu ‘Ubaid Bin Mas’ud, que Al-lah esté complacido con él, ordenó que golpearan las trompas de los elefantes con sus espadas y él lo hizo en persona primero. Cortó las trompas de varios elefantes y les provocó dolorosas heridas en sus patas que provocaron la caída y muerte de los arqueros que iban sobre sus lomos.
Inspirados por la inmensa valentía de sus comandantes y oficiales, los musulmanes realizaron heroicos asaltos a los elefantes. En uno de esos ataques, Abu ‘Ubaid Bin Mas’ud, que Al-lah esté complacido con él, fue atacado por un elefante. Se lanzó debajo del elefante y con un golpe de su espada logró cortarle su trompa; sin embargo, el agresivo animal logró derribarlo y aplastar su pecho con su pata. En este enfrentamiento murieron 6.000 guerreros musulmanes.
La batalla de Buwaib
Cuando Omar, que Al-lah esté complacido con él, supo de la muerte de Abu ‘Ubaid Bin Mas’ud, que Al-lah esté complacido con él, y las graves pérdidas sufridas por los musulmanes, se llenó de ira y se dedicó de lleno a preparar una nueva campaña contra el ejército persa. Mandó mensajeros y heraldos a todas las tribus de musulmanes y los animó a participar del combate por el Islam. Varias tribus llegaron a Medina y fueron enviadas a Iraq para unirse al ejército de Muzanna, quien a su vez estaba reclutando más tropas. Esto significó que los musulmanes reunieran un ejército numeroso para esta nueva campaña.
Cuando los persas supieron de estas preparaciones, Rustam envió contra los musulmanes un gran ejército a la cabeza de Mehrán Hamadani, quien había sido criado en Arabia y podía apreciar mejor el poder de las tropas árabes y la magnitud del ejército que enfrentaba.
Informado de las maniobras persas, Muzanna Bin Háriza marchó con su ejército y acampó en Buwaib en la ribera del Éufrates. Mehran, marchó desde la capital y acampó sus tropas frente a Buwaib en la ribera opuesta del Éufrates.
Mehran mandó un mensaje a Muzanna Bin Háriza dándole a elegir entre cruzar al lado del río que ocupaban los persas o dejar a los persas cruzar el río a su lado. A la luz de la mala experiencia pasada, Muzanna Bin Háriza invitó a los persas a cruzar el río a su lado. Mehran cruzó el río con todo su ejército y elefantes de guerra y luego posicionó sus tropas con la infantería a la vanguardia, seguida de los elefantes con arqueros y dejando a ambos flancos divisiones de caballería.
El ejército musulmán se dispuso para el combate también, sin embargo, los persas iniciaron el ataque provocando una reacción de los musulmanes. La batalla aumentó en intensidad y ambos bandos lucharon con valor, pero los musulmanes salieron victoriosos.
Cuando Muzanna Bin Háriza notó que los persas empezaron a huir, se apresuró a destruir el puente sobre el río y muchos soldados persas murieron a manos de los musulmanes o ahogados. Mehrán Hamadani murió también en el campo de batalla. Los musulmanes persiguieron a los persas en retirada hasta Sabat. En este punto, todo el territorio entre Sawad y el Tigris estaba bajo el control musulmán.
Esta batalla fue el año 13 H.

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