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La enseñanza del Énviado de Al-lah para Fátima y Ali

La enseñanza del Enviado de Al-lah para Fátima y Ali

Fátima, que Al-lah esté complacido con ella, fue la hija del Profeta y de su esposa Jadiya; fue esposa de Ali y madre de Al Hasan y Al Husain, quienes serán señores en el Paraíso. Sobre ella dijo el Mensajero de Al-lah, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él: “Fátima es una parte de mí; quien la haga enojar, me enfadará a mí también” (Bujari). Pese a su linaje, a quien era y a su elevado rango entre los sahabah, tuvo una vida de privaciones materiales y austeridad, pues su marido, Ali, que Al-lah esté complacido con él, no fue un hombre adinerado, por el contrario, ambos fueron pobres y pasaron por grandes necesidades.

Muchos fueron los sucesos que pasaron en la vida del Profeta Muhammad, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, relacionados con su hija y en los que tomó posiciones que nos dejan grandes lecciones, por lo que analizaremos algunos de ellos:

En una ocasión, tras una de las batallas, llegaron a Medina algunos prisioneros. Fátima, que Al-lah esté complacido con ella, le pidió a su padre que le asignara a uno de ellos para que le sirviera y le ayudaran en sus quehaceres. El Profeta, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, rechazó su petición. Esta historia fue relatada por el mismo Ali Bin Abi Talib, su esposo, que Al-lah esté complacido con ambos, de la siguiente manera: “Fátima se quejaba por el esfuerzo que tenía que realizar en la moledora. Cuando supo que habían llegado unos prisioneros, le solicitó a su padre que le designara uno de ellos para que la ayudara en sus labores diarias, petición que fue rechazada por el Profeta. Entonces se dirigió a donde Aishah y le comentó lo sucedido. Aishah le contó a su esposo, el Mensajero de Al-lah, lo que Fátima le había dicho, por lo que se dirigió a nuestra casa en medio de la noche fría. Al entrar, nos íbamos a poner de pie, pero él nos pidió que permaneciéramos acostados, sentimos su pie helado (porque la casa era extremadamente pequeña) y nos dijo: ‘¿No les gustaría saber qué es mejor para ustedes que lo que me han pedido (el sirviente)? Cuando se acuesten por la noche, antes de dormir, digan treinta y cuatro veces Al-lahu Akbar (Al-lah está por encima de todo), Subhanal-lah treinta y tres veces, y Alhmadulil-lah treinta y tres veces. Hacer lo que les digo es mucho mejor que tener un sirviente’” (Muslim y Bujari). En una versión de este relato Ali añadió: “Desde esa noche jamás dejé de hacer lo que él nos enseñó”. Le preguntaron: “¿Ni siquiera la noche de Siffin (la batalla que hubo en la época de la sedición)? A lo que respondió: “Así es, ni siquiera en esa noche”.

Las lecciones que podemos destacar del anterior suceso son muchísimas, por ejemplo:

• El Dhiker (glorificación y alabanzas a Al-lah) puede fortalecer físicamente a la persona de tal modo que no se necesite ayuda de nadie para realizar alguna labor, tal como lo mencionó Ibn Hayar, que Al-lah lo tenga en Su misericordia.
• Otros eruditos señalaron que las palabras del Profeta, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, confirman que el beneficio del Dhiker tiene que ver con la vida del Más allá, mientras que el beneficio que podamos obtener de los sirvientes y trabajadores está relacionado con esta vida mundana. Por lo tanto, el beneficio que se logra para la Otra Vida es mejor y más duradero.
• Ibn Hubairah arguyó que al sumar el número de veces que se debe repetir cada una de las palabras que el Profeta les enseñó, da como resultado un total de cien, por lo que los Hasanat (bendiciones) que se alcanzan son mil.
• Otra enseñanza que se desprende de este episodio es el ejemplo que nos dio el Mensajero de Al-lah de sobreponer la Otra Vida a esta, como lo estableció Al Mulhab. Al Qurtubi, que Al-lah lo tenga en Su misericordia, dijo: “Le enseñó este Dhiker a su hija como una especie de súplica ante los momentos difíciles y porque él quería para ella todo el bien que buscaba para sí mismo, pues tener paciencia ante las dificultades y soportar la pobreza tiene como recompensan una bendición infinita”.
• Ibn Taimiah, que Al-lah lo tenga en Su misericordia, dijo que en este suceso se encuentra la enseñanza de que el cuerpo se fortalece por medio del Dhiker, porque cuando Fátima se quejó de su cansancio, el Mensajero de Al-lah le enseñó esas palabras.
• Cuando hay dos beneficiarios para un solo bien que solo se puede dar a uno de ellos, se debe escoger al más necesitado, y eso fue lo que hizo el Enviado de Al-lah, la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, cuando decidió beneficiar a la gente pobre que él cuidaba.
• Hay una prueba de la licitud de que los hijos −la hija en este caso− hablen con sus padres sobre sus problemas y dificultades cuando están casados. Pero, además, que los padres deben estar siempre pendientes de los asuntos de sus hijos, sin entrometerse en sus vidas, para estar prestos a aconsejarlos y ayudarlos de la mejor manera.
• Es lícito tener sirvientes y personas que se encarguen de los quehaceres del hogar, sin olvidar los principios morales y de comportamiento que el Islam estableció al respecto.
• Ibn Hayar destacó de este episodio el amor y buen trato del Profeta hacia su hija y su yerno. Por lo que es una enseñanza que todo padre debe seguir, buscando favorecer dentro de sus posibilidades a sus hijos, a sus yernos y nueras.

Fátima era consciente de que era la hija del Enviado de Al-lah, pese a eso, aceptó con complacencia la vida de austeridad que llevó. Fue una mujer que dio un gran ejemplo cuando se casó, pues ella aceptó una dote muy sencilla, facilitándole así la posibilidad de matrimonio a quien se convertiría en su marido, Ali, que Al-lah esté complacido con ambos. Además, pese a su noble ascendencia, ella realizaba las labores diarias como cualquier otra mujer de su condición. Estas son lecciones de vida que todos y cada uno de nosotros debemos tener presentes si queremos alcanzar el elevado rango que personas como ella alcanzaron en esta vida y en la del Más Allá.

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