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Argumentos engañosos y su aclaración: Él respeto que se le da a la Piedra Negra (parte 1)

Argumentos engañosos y su aclaración: El respeto que se le da a la Piedra Negra (parte 1)

Los detractores del Islam lanzan campañas continuas de desprestigio en su contra con el objetivo de generar confusión y malos entendidos sobre la Shari’a. Para lograr su cometido, se han ensañado con la persona del Profeta Muhammad, que la paz y las bendiciones de Al-lah sean con él, difamándolo y atribuyéndole hechos que no son ciertos.

Hoy nos encontramos con uno de sus intentos de desprestigio contra la impecable biografía del Mensajero de Al-lah, atacando, manipulando y desvirtuando algunos aspectos que tienen que ver con la Shari’a y sus prácticas de adoración. En este marco, encontramos varias publicaciones de algunos orientalistas y quienes como ellos buscan confundir a la gente, sobre la práctica que establece besar la Piedra Negra, pretendiendo introducir la idea de que esta costumbre tiene su origen en ritos paganos que dejaron sus vestigios en el mensaje divulgado por Muhammad y que él utilizó para atraer a su gente, pues era algo que sus contemporáneos habían heredado de sus antepasados. No discutiremos este último punto, el de que el Profeta de Al-lah lo usó como una estrategia para atraer a su gente, porque nadie puede negar el hecho de que desde el primer instante en el que él inició su llamado al Islam, mostró una fuerte oposición en contra de la idolatría, sus prácticas y costumbres. Así que solo hablaremos del por qué los musulmanes besan y enaltecen dicha Piedra.

Como alegan que el hecho de besar la Piedra Negra es un acto de adoración (‘ibada) en el que se la asocia con Al-lah, nos vemos en la necesidad de dar inicio a nuestra respuesta aclarando qué es la ‘ibada en sí.

Cuando alguien adora algo, sea lo que sea, lo hace porque cree que eso que él adora tiene un poder oculto que tiene un efecto directo en la realidad, por ello, le rinde culto para suplicarle un beneficio o que lo libre de algún mal y, al mismo tiempo, está convencido que de que en el momento en que sea negligente en su adoración, le pasará algo malo o recibirá un castigo. Este tipo de creencia la vemos en la actualidad en las diferentes religiones paganas existentes.

El poder que le atribuyen a sus ídolos puede ser propio, es decir que creen que ellos son la fuente misma del beneficio o del perjuicio; como aquellos que adoran al sol y los planetas porque están convencidos de que tienen influencia en los secretos del universo y el destino de la criaturas, o simplemente asumen que son intermediarios entre ellos y un ser supremo que dispone de ese absoluto poder, razón que los lleva a adorarlo a él valiéndose de sus intermediarios, tal como lo hacían los idólatras de la tribu de Quraish, quienes adoraban a sus ídolos porque buscaban que ellos los acercaran a Al-lah, dijo Al-lah: {Aquellos que toman a otros como protectores [y objeto de adoración] fuera de Él, dicen: "Solo los adoramos para que nos acerquen a Al-lah [e intercedan por nosotros]"} [Corán 39:3]; y: {Adoran en vez de Dios lo que no puede perjudicarlos ni beneficiarlos, y dicen: "Estos son nuestros intercesores ante Al-lah"} [Corán 10:18].

Queda claro, entonces, basados en el razonamiento anterior, que los musulmanes no adoran a la Piedra Negra, pues ellos creen firmemente que nada ni nadie aparte de Al-lah puede beneficiarlos; esto quiere decir que no creen que haya alguna criatura, sin importar su condición o clase (viva o inerte), que posea algún poder o influencia en la creación. Además, saben que su relación con su Creador es directa y que no necesitan de ningún intermediario, y mucho menos que deba haber un intercesor que deban adoptar para acercarse a Al-lah o adorarlo, ya que para los musulmanes el hecho de creer esto es un acto de shirk (idolatría) que hace que la persona deje de ser musulmana, si lo era. Los musulmanes estamos convencidos de que no se puede dirigir un rito o acto de adoración a una criatura, sin importar si se trata de un ángel cercano a Al-lah o un Profeta, mucho menos a una piedra que no puede beneficiar ni perjudicar.

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