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La Religión verdadera - II

La Religión verdadera - II

 

El mensaje de las religiones falsas
Hay muchas sectas, cultos, religiones, filosofías y movimientos en el mundo que proclaman ser el camino correcto o la única senda verdadera hacia Al-lah. ¿Cómo puede uno discernir cuál de estas creencias es la correcta o si tal vez todas lo son? La respuesta es desechar las diferencias superficiales entre las enseñanzas de cada candidato e identificar el objeto que es adorado de manera directa o indirecta. Todas las religiones falsas tienen un concepto básico de Al-lah en común: proclaman que todos los hombres o, en su defecto, que determinados hombres son la encarnación de Al-lah, que la madre naturaleza es Al-lah o que Al-lah no es sino un producto de nuestra imaginación.
 
Por lo tanto, se puede decir que el mensaje básico de las religiones falsas es que es posible adorar a Al-lah a través del culto a Su creación. Estas religiones incitan al hombre a adorar a la creación argumentando que ésta es, total o parcialmente, Al-lah. Por ejemplo, el profeta Jesús, la paz sea con él, llamó a sus discípulos a adorar a Al-lah; sin embargo, hoy en día, quienes proclaman ser sus seguidores convocan a la gente a adorar a Jesús, la paz sea con él, proclamando que ¡él es Al-lah!
 
También, tenemos que Buda fue un reformista que introdujo ciertos principios humanísticos en la religión de la India. Él no proclamó ser Al-lah ni insinuó a sus seguidores que él mismo fuese objeto de culto divino. A pesar de esto, hoy en día la mayor parte de los budistas fuera de la India lo han adoptado como su dios y veneran imágenes hechas a su semejanza.
 
La identificación del objeto de adoración nos conduce a descubrir si una religión es falsa y a establecer la naturaleza fabricada de su origen. Al-lah Dice en el Corán (lo que se interpreta en español): {Los que adoráis en vez de Él no son más que nombres que habéis puesto vosotros y vuestros padres [a piedras y estatuas], y Al-lah no os Confirió autoridad alguna para ello. Ciertamente el juzgaros compete a Al-lah, Quien Ordenó que no adoréis a nada ni nadie excepto a Él; esta es la religión verdadera, pero la mayoría de los hombres lo ignoran.}[Corán 12:40]
 
Alguien podría argumentar que todas las religiones nos enseñan algo bueno, y por lo tanto no importa cuál profesemos. La verdad es que todas las religiones falsas nos enseñan el peor de los males, que es la adoración de la creación. La idolatría es el pecado más grande que puede haber, ya que contradice el propósito mismo de la creación del ser humano. Los hombres fuimos creados únicamente con el fin de adorar a Al-lah, como Él Mismo lo Dice de manera explícita en el Corán: Al-lah Dice (lo que se interpreta en español): {Por cierto que He creado a los genios y a los hombres para que Me adoren.} [Corán 51:56]
 
Por consecuencia, la adoración de la creación –que es la base de la idolatría– es el único pecado imperdonable. Alguien que muere como idólatra ha sellado su destino en la otra vida. Esto no es la opinión de nadie, sino un hecho revelado por Al-lah en Su último mensaje para los hombres. Al-lah Dice (lo que se interpreta en español): {Al-lah no Perdona que se Le asocie nada; pero fuera de ello Perdona a quien Le Place…} [Corán 4:48, 116]
 
La universalidad del Islam
 
Dado que las consecuencias de seguir una religión falsa son tan graves, la verdadera religión de Al-lah debe ser comprendida a nivel universal, debe estar al alcance de todos y no ser confinada a una raza, lugar o época. No puede haber restricciones tales como el bautismo, la creencia en un redentor, etc., para que un creyente tenga oportunidad de alcanzar el Paraíso. El principio medular del Islam (la sumisión total de nuestra voluntad ante Al-lah) es lo que lo hace una religión universal. Cuando alguien tome conciencia de que Al-lah Es solo Uno y de que Es una entidad diferente e independiente de la creación y decide someterse ante Su voluntad, entonces se convierte en un musulmán en cuerpo y alma, y se le abre la posibilidad de ganar entrada al Paraíso.
 
Así, cualquier persona, en cualquier momento y aun en el punto más recóndito del planeta, se puede convertir en musulmán, en un seguidor del Islam, la religión de Al-lah. Todo lo que necesita hacer es rechazar la idolatría y adorar única y exclusivamente a Al-lah. No obstante, cabe señalar que el reconocer y someterse a Al-lah implica que uno pueda elegir entre el bien y el mal, y este libre albedrío conlleva responsabilidad consigo. Los hombres tendrán que rendir cuentas por sus acciones y, por lo tanto, deben hacer un esfuerzo máximo por hacer el bien y evitar el mal. El bien supremo es la adoración única y exclusiva de Al-lah, y el peor de los males es la adoración de la creación junto con o en vez de Al-lah. Esto se encuentra en el último de los libros así (lo que se interpreta en español):
 
{Por cierto que quienes creyeron [en los Mensajes que trajeron los Profetas anteriores a Musa (Moisés)], los judíos, los cristianos y los sabeos que hayan tenido fe en Al-lah y en el Día del Juicio, y hayan obrado correctamente, tendrán su recompensa junto a su Señor, y no temerán ni se entristecerán.} [Corán 2:62]
 

{Si observaran la Torá, Al Inyil (el Evangelio) y lo que les ha sido revelado por su Señor [el Corán], serían sustentados con las gracias del cielo y la tierra. Entre ellos hay quienes son moderados, pero su mayoría obran mal.} [Corán 5:66]

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