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La generosidad del Profeta

La generosidad del Profeta

“La persona más generosa”, estas fueron las palabras con las que Ibn ‘Abbas, que Al-lah Esté complacido con él, describió el carácter del Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam. Sus palabras son un testimonio de la generosa y bondadosa naturaleza del Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam. Y no es de sorprenderse, pues esta actitud es una característica inherente a su personalidad en la que fue educado desde niño. Estaba fuertemente enraizada en el Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, debido a su medio ambiente árabe, el cual es famoso por su generosidad y su hospitalidad.

 
Jadiyah, que Al-lah Esté complacido con ella, aclaró que esta virtud estaba firmemente establecida en el Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, desde antes de su misión profética, con sus famosas palabras: “¡Por Al-lah! Tú mantienes los lazos de parentesco, tú te responsabilizas de las encomiendas de la gente, ayudas al desposeído y eres hospitalario con los huéspedes”. Todas estas características indican su generosidad y hospitalidad, sallallahu ‘alayhi wa sallam.
 
Cuando revisamos la biografía del Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, encontramos los nobles aspectos de su generosidad. Él mantuvo este comportamiento siendo rico y siendo pobre. Sus caridades y bondades aumentaban en las épocas de buenas obras y piedad, como ser el mes de Ramadán. Ibn ‘Abbas, que Al-lah Esté complacido con él, dijo: “El Mensajero de Al-lah, sallallahu ‘alayhi wa sallam, era la persona más generosa, aún más generoso que los bondadosos vientos que traen buenas nuevas (la lluvia) en su voluntad y predisposición hacia el bien”. [Bujari y Muslim]
 
El Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, ocupaba el rango más alto entre la gente generosa. Él nunca despedía a alguien en necesidad o que le había pedido algo. Un beduino habló de tal generosidad cuando fue ante el Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, y vio un rebaño de ovejas que llenaba todo el valle. La proverbial generosidad del Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, hizo que el beduino aspire a tener todo el rebaño, así que se lo pidió al Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, y él se lo dio. El hombre volvió a su gente y les dijo: “¡Oh gente! Entrad en el Islam. ¡Por Al-lah! Muhammad da caridad como quien no teme a la pobreza”. [Muslim]
 
Estas situaciones afectaban mucho a los beduinos que solían ir ante el Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, tratando de volver con ovejas, camellos, dirhams o dinares, pero acababan volviendo como musulmanes, adhiriéndose firmemente a la fe después de que sus corazones se habían abierto al Islam. Anas, que Al-lah Esté complacido con él, dijo respecto a esto: “Si un hombre se islamizaba procurando ganancias materiales, el Islam luego se le hacía más querido que el mundo y todo lo que contiene”.
 
El Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, solía distribuir bienes entre los musulmanes nuevos a fin de apaciguar sus corazones. Luego de la batalla de Hunain, el Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, dio a ‘Uiainah Ibn Hisn, Al Aqra’ Ibn Habis, Al ‘Abbas Ibn Mirdas, Abu Sufian Ibn Harb y Safwan Ibn Umaiiah, que Al-lah Esté complacido con ellos, un gran número de camellos. A su vuelta de tal batalla, algunos beduinos siguieron al Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, pidiéndole que les diera algo. Él, sallallahu ‘alayhi wa sallam, les dijo: “¿Teméis que me haya hecho avaro? ¡Por Al-lah! Si vuestra parte del botín de camellos fuese tan numerosa como los árboles de Tihamah, aún os la entregaría. Nunca me encontraréis avaro, ni cobarde ni mentiroso”. [Ahmad]
 
Otro incidente que denota la generosidad del Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, es el hadiz donde Anas dijo: “Se le trajo al Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, bienes desde Bahrein; él dijo: “Separadlos por la mezquita”. Este fue el mayor lote de bienes que el Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, jamás había recibido. Se dirigió, pues, a la oración y ni siquiera miró hacia los bienes. Después de terminar As-Salat, el Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, fue y se sentó cerca de los bienes y los distribuyó a todos los que vio en la mezquita… El Mensajero de Al-lah, sallallahu ‘alayhi wa sallam, no se levantó, pues, hasta que se distribuyó la última moneda”. [Bujari]
 
Anas Bin Mâlik también relató: “Caminaba con el Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, y él vestía una capa de Nayrán con un grueso doblado. Entonces, lo alcanzó un beduino y tiró de la capa con tanta fuerza que pude ver la marca del doblado en el hombro del Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, por la violencia del tirón. El beduino dijo: ‘Manda que se me dé de los bienes de Al-lah que tú tienes’. El Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, se dio vuelta para mirarlo, luego se rió y ordenó que se le diera algo”. [Bujari y Muslim]
 
A veces, el Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, sentía que alguno de sus Sahabah estaba en necesidad y lo veía en su rostro. Entonces, buscaba la manera de darle algo que le ayudara sin que el Sahabí se diera cuenta para no herir sus sentimientos ni avergonzarle. Esto sucedió con Yabir Ibn ‘Abdullah, que Al-lah Esté complacido con él. Ellos volvían de un viaje y el Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, sabía del reciente matrimonio de Yabir. El Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, ofreció comprar el lento camello de Yabir por cuatro dinares. Cuando el Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, llegó a Medina, le ordenó a Bilal, que Al-lah Esté complacido con él, que le diera a Yabir, que Al-lah Esté complacido con él, sus dinares y que le aumente y que le devuelva su camello, alegando que era lento. [Bujari y Muslim]
 
Una vez, el Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, notó que Abu Hurairah, que Al-lah Esté complacido con él, estaba hambriento, así que le sonrió y le ofreció una vasija con leche para que tome un poco. Abu Hurairah, que Al-lah Esté complacido con él, bebió hasta quedar satisfecho. Aún así, el Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, siguió ofreciéndole la vasija hasta que Abu Hurairah, que Al-lah Esté complacido con él, dijo: “¡Por Al-lah! Ya no hay más espacio para ello”. [Bujari]
 
La generosidad del Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, alcanzaba a todos los que estaban a su alrededor, incluso a sus enemigos. Cuando ‘Abdullah Ibn Ubaiy Ibn Salul, el líder de los hipócritas, murió, su hijo vino al Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, y dijo: “¡Mensajero de Al-lah! Dame tu camisa para amortajarlo, reza por él y pide el perdón de Al-lah para él”. El Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, le dio entonces su camisa. [Bujari]
 
El Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, también le enseñó a sus Sahabah, que Al-lah Esté complacido con él, esta noble virtud, pues una vez le dijo a uno de ellos: “Da en caridad y no temas ninguna pobreza de parte del Señor del Trono”. [Abu Ia’la en su Musnad]
 

La generosidad del Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, era prueba de su nobleza, de su alto rango y su alma pura. Y tuvo razón aquel poeta que comparó al Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, con el mar. Comparó sus aguas con las virtudes del Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, y sus costas con su bondad. También dijo que su rostro se iluminaba cuando se le pedía algo, ¡como si fuese él quien estaba recibiendo algo!

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