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La firmeza en la fe nace de una creencia correcta y verdadera

La firmeza en la fe nace de una creencia correcta y verdadera

Alabado sea Al-lah, Señor del universo, y que Su paz y Sus bendiciones sean sobre quien envió como misericordia y guía para toda la humanidad, el Profeta Muhammad, con sus familiares, con todos sus discípulos y con todos aquellos que siguieron sus pasos con bien hasta el Día del Juicio Final.

La fe en el Islam no es simplemente un sentimiento que se tiene en el corazón o unas palabras que se dicen y nada más. Los Ulama (sabios, expertos, eruditos) de la ‘Aquidah (teología, creencia) expresan que la creencia en nuestra religión es la fe que se tiene en el corazón, la cual es expresada con las palabras que se pronuncia y los actos que se realizan. Dice Al-lah, Glorificado sea, (lo que se interpreta en español): {Y albricia [¡oh, Muhammad!] a los creyentes que obran correctamente que tendrán como recompensa jardines por donde corren los ríos} [Corán 2:25]; y (lo que se interpreta en español): {Por cierto que el Clemente hará que quienes hayan creído y obrado rectamente sean queridos por los hombres.} [Corán 19:96], entre tantas otras referencias del mismo Corán y la Sunnah del Profeta Muhammad, sallallahu ‘alaihi wa sallam.

La fe en Islam es un conjunto comprendido por estos tres componentes; si uno de ellos falta, sea cual sea, la fe ya no es válida. Por esta razón no es válido lo que algunos alegan cuando dicen que creen en Dios y que su fe está bien firme en el corazón y que las acciones no valen. Otros presumen que actuar es la base de todo y que no importa lo que se crea, incluso para ellos no es importante si se cree o no en Al-lah.

Por otra parte, en el Islam la fe no es estática, sino que se incrementa y disminuye dependiendo de las acciones que la persona haga o deje de hacer. Uno de los principios establecidos respecto a la creencia en la religión es que la fe aumenta con la realización de obras de bien, tanto las obligatorias como las voluntarias, y que disminuye cuando se dejan de cumplir con los deberes y se cometen pecados. Al respecto encontramos en el Corán que Al-lah, Exaltado sea, dijo (lo que se interpreta en español): {Ciertamente los creyentes, cuando les es mencionado el nombre de Al-lah, sus corazones se estremecen, y cuando les son leídos Sus preceptos reflexionan acrecentándoseles la fe, y siempre se encomiendan a su Señor} [Corán 8:2]; y dijo también (lo que se interpreta en español): {Y cuando una sura es revelada, hay entre ellos [los hipócritas] quienes dicen: ¿A quién puede [esta sura] incrementarle su fe? Sabed que a los verdaderos creyentes les aumenta la fe, y se alegran con ello. En cambio, a aquellos cuyos corazones están enfermos [de hipocresía], ésta les aumenta sus dudas, y morirán en la incredulidad.} [Corán 9:124-125]

Hay otro punto que es vital que se entienda y se aplique, al igual que los anteriores que ya mencionamos. Se trata de la forma de creer o, dicho en otras palabras: ¿Qué creer, cómo creer y qué clase de obras son consideradas como actos de bien? No basta con que una persona presuma que cree en Al-lah a su manera y que obra el bien de dicho y acción. Es necesario que su creencia sea la correcta y verdadera, y que sus acciones sean realmente obras de bien. Para que sepamos qué es lo que hay que creer, cómo creer y qué obras son las que hay que hacer, debemos seguir el Corán y la Sunnah según el entendimiento y explicación de los Salaf (predecesores justos y piadosos). Por lo tanto, otra fuente diferente al Corán y la Sunnah de donde se tome la creencia, la forma de adoración y el comportamiento, y/u otro tipo de entendimiento diferente al que nos trasmitieron los Salaf del Profeta, sallallahu ‘alaihi wa sallam, y de sus Sahabah, es incompatible con el Islam.

La firmeza en la fe es la que le permite a la persona alcanzar la plenitud en esta vida. Esto es posible porque la creencia verdadera genera en el ser la conciencia de la presencia de Al-lah en todo momento. Esta conciencia lleva al creyente a realizar obras de bien y a confiar enteramente en Al-lah.

Todo lo que mencionamos con anterioridad fue lo que llevó al Profeta Muhammad, sallallahu ‘alaihi wa sallam, y a sus Sahabah a soportar todas las dificultades que les impusieron sus detractores, y a salir victoriosos en todas las situaciones que afrontaron.

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